lunes, 12 de marzo de 2012

Media Maraton Leon faltan 6 días

Ya a menos de una semana para la media maratón de León, nos envian la foto del grupo de entrenamiento de Interval Runners que hizo ayer la tirada larga por el pinar de Camposagrado.
Acompañamos la crónica de Roberto Ferreras presidente del Car La Robla sobre su I media maratón de Léon.
"Si he de contar una experiencia personal como corredor acerca de la media maratón de León sin duda he de hacerlo de la primera edición.
Fue emocionante ver cómo de repente los corredores leoneses habíamos roto nuestro complejo de inferioridad respecto a otras ciudades con buenas “medias” y ya podíamos presumir, como lo hacemos hoy, de “media” propia.
Recuerdo las conversaciones previas a la carrera con corredores leoneses de siempre como Roberto Lorenzana o Chus Alonso que con nostalgia me decían “qué pena no se hubiera organizado esto un poco antes”. “No pasa nada – les repliqué- más vale tarde que nunca”.
Entre conversación y conversación llegó el momento.
2 Minutos para la salida - oigo por megafonía-. La cabeza empieza a trabajar: “Ya estamos con los dichosos nervios en el estómago, hay cosas que nunca cambian”. Pienso: “¿Orino otra vez?”. Vuelvo a pensar: “No me da tiempo. Han dicho que falta un minuto y en la última (la del miedo) no eché nada. Bueno ahora ya da igual, por cierto, no se qué hago aquí metido en primera fila entre tanto galgo.”
Pistoletazo, jolgorio y a volar. Error de principiante: Me he calentado, he salido demasiado adelante, no estoy para estos ritmos y en el primer kilómetro me pasa hasta el del tambor. Creo que lo he hecho todo al revés; “consejos doy que para mí no tengo” dice el refranero.
Estamos en San Marcos, me quedo atontado mirando su fachada perfecta y Cuervo (otro mítico) rompe mi momento de armonía a la vez que me pasa ¡Venga roblano que vamos juntos! –o eso me parece que ha dicho, porque hay que ver cómo jadea el tío en carrera-. Enfilamos la subida hacia Carbajal, territorio conocido, y empiezo a encontrar mi sitio real en carrera.
Metro a metro nos plantamos en la plaza de la Catedral, abarrotada de público. A pesar del sufrimiento distingo ya de lejos los acordes del himno de León y aunque uno es más bien frío me cuesta contener la emoción y la capacidad de sufrimiento a la vez, esto es precioso, pero a mí se me empieza a amontonar el trabajo.
Pasamos la Catedral y se hace el silencio, ahora toca sufrir prácticamente hasta meta. El frescor de la Candamia nos da el oxígeno imprescindible para, pasada La Lastra y antes de girar hacia La Venatoria, empezar a sentir los aplausos de la recta previa a la entrada del Estadio Hispánico.
Entrada al estadio. Conductos lagrimales casi tan cargados como los cuádriceps. Éxtasis total. Vello de punta. Llega el momento que todo popular debería sentir alguna vez en su vida. La recta que nunca se debería acabar. Tu momento. Tu ciudad. No tengo nada que envidiar a Abel Antón en su entrada al estadio de La Cartuja en Sevilla ´99, me quedo con mi entrada.
Vivo esos segundos en los que el corredor popular se teletransporta, segundos que valen todo un invierno de preparación, sobrecargas, mojaduras y agonías.
A continuación de forma mecánica ejecuto los gestos que Jose Manuel García nos enseñaba de niños. Saludar al que ha entrado delante y al que entra detrás.
Creo que he bajado de hora diecinueve, lejos de mi marca. Me trae sin cuidado. Las emociones vividas lo compensan.
Carreras hay muchas, aunque yo siempre he creído que se dividen en dos: Las que se corren y las que se sienten.
Ya sabes corredor leonés, córrela.
Sentirás una media que es sólo tuya."

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